Las chicas también juegan

Posted by Maria Angeles Lorenzo in Artículos

Uno de los sectores donde más desigualdad existe es el mundo del deporte. Mientras que el hecho de que una alta directiva cobre menos que un hombre en el mismo puesto sería ilegal, la segregación sexista imperante en el ámbito deportivo ha normalizado la brecha salarial por completo y es fácil encontrar profesionales que, desarrollando la misma actividad, cobren de forma diferente, no solo en cuestiones salariales, sino también en relaciones laborales, contratos, etc,  simplemente por el hecho de ser mujer u hombre.

Ellas parten con peores condiciones y muchísima menos visibilidad, lo que impacta de forma directamente proporcional en el hecho de que su actividad genere más o menos retribuciones; por otra parte, las mujeres no reciben el mismo trato mediático que los hombres y sus partidos o competiciones están relegadas a horarios con audiencias mínimas, en campos más pequeños o en pistas con menor infraestructura. Si, como aseguraba Rafael Nadal hace unos días, para que hombres y mujeres cobren lo mismo, han de generar lo mismo, lo lógico es que partan de las mismas condiciones. Y esa premisa no se da.

Pero incluso cuando lo hacen, cuando (excepcionalmente) las condiciones se equiparan y horarios y espacios deportivos son los mismos, la brecha salarial queda patente: Serena Williams,  en 2016 defendió el título de Ohio a cambio de 495.000 dólares. Roger Federer hizo lo mismo por 731.000.

El fútbol femenino discurre por la misma senda sexista. Más de 60.000 personas se congregaron hace unos meses para ver el partido de la Liga Iberdrola entre Atlético de Madrid y Fútbol Club Barcelona en el estadio Wanda Metropolitano. Este récord de asistencia no es el primero en lo que va de año. En enero, un encuentro de cuartos de final de la Copa de la Reina, que enfrentó a Athletic de Bilbao y Atlético de Madrid reunió en San Mamés a casi 50.000 personas.

De los datos de asistencia infiere que, evidentemente, el fútbol femenino está despegando, pero las jugadoras carecen de ingresos dignos (la Asociación de Clubes de Fútbol Femenino (ACFF) – datos de 2018- asegura que los salarios de las jugadoras de Primera División «crecieron un 37%» con respecto a la temporada 2016/17 y que no hay una jugadora por debajo del salario mínimo interprofesional) y reciben primas irrisorias (en este momento es importante volver a leer el párrafo anterior para recordar los datos de asistencia al estadio). Las futbolistas del Atlético de Madrid se proclamaron campeonas de Liga Iberdrola en la temporada 2016-17 y el club, tal y como estipula la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) destinó un total de 1.352,28 euros al total de la plantilla en concepto de prima, aproximadamente unos 55€ por jugadora.

En esa misma temporada, y por el mismo título, los jugadores del Real Madrid se embolsaron una prima de 350.000 por jugador (recordemos que las primas las estipula la RFEF), es decir una cantidad 5.555 veces superior a las de la campeonas.

La Asociación de Futbolistas Españoles, por medio de su presidente, David Aganzo, está negociando un convenio que permita que las jugadoras reciban salarios justos, que se establezcan medidas contra el acoso, y la regulación de los derechos por embarazo y por la maternidad, además de una mayor visibilidad, que se obtendría jugando sus encuentros en estadios de primera división y que estos formasen parte de la quiniela.

Fuera de España la situación del fútbol femenino no es mucho mejor. En el Mundial de Fútbol que se celebrará en Francia del 7 junio al 7 de  julio de este año, el equipo campeón se llevará la cantidad de 3,5 millones de euros, 10 veces menos de la cuantía del premio que recibieron los campeones masculinos el año pasado. Y Ada Hegerberg, considerada la mejor jugadora del mundo, se ha negado a jugar con su selección nacional durante esta competición a no estar igualadas las condiciones que la Federación noruega establece para las mujeres con las de la selección masculina.

En Estados Unidos, el pasado 8 de marzo, las campeonas mundiales de fútbol femenino presentaron una denuncia en un tribunal de Los Ángeles contra su federación por discriminación. Pese a que ellas tienen resultados impresionantes, frente al más que modesto palmares de equipo masculino, reciben primas más reducidas que las de los hombres y trabajan en condiciones de entrenamiento mucho peores.

En Italia las futbolistas no tienen estatus profesional y reciben un máximo de 30658 € al año además del reembolso de ciertos gastos. Los salarios no superan los 3000 o 4000 € al mes

Y no solo el fútbol femenino hace gala de esta segregación sexista. Hace pocos días saltaba a la prensa el caso de Alysia Montaño, una medallista olímpica que ha denunciado trato discriminatorio por parte de su patrocinador (Nike) a raíz de sus dos embarazos.

Conviene tener presente que las y los atletas dependen únicamente de patrocinadores, que pagan según objetivos. Montaño (que llegó a correr en su octavo mes de gestación) vio cómo su patrocinador dejó de pagarle y congeló su contrato al ser madre. Si bien los contratos incluyen cláusulas que especifican que el sueldo será proporcional  a los resultados deportivos y que si no se compite se puede congelar, Nike y otras marcas siguen pagando a los deportistas cuando sufren una lesión y respetan sus tiempos de recuperación, lo que no sucede con los embarazos.

Algo que también ocurrió con Blanca Manchón, otra deportista de élite. Esta windsurfista perdió su patrocinio al quedar embarazada. Siete meses después de dar a luz ha conseguido proclamarse Campeona Mundial de la clase Raceboard por sexta vez… costeando los gastos de su propio bolsillo.

Nadal no tiene razón. Serena cobra menos que Federer, las chicas de Atleti y Athetic ganan títulos, llenan estadios y no cobran lo mismo que sus homólogos masculinos; los atletas pueden parar por lesión y dejar de competir y siguen recibiendo ingresos, pero para ellas el embarazo implica la pérdida de un patrocinador.

El deporte femenino se ve frenado por un sistema patriarcal que le impide avanzar. La idea de que las mujeres no generan espectáculo es un (pobre) recurso que usan tanto prensa deportiva como patrocinadores para no ceder espacio y destinar su dinero exclusivamente a los hombres.

Y eso es así.

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20 May 2019 no comments

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