«Te vamos a violar», así acosan diariamente a mujeres en las redes sociales

Posted by admin in Agencia, Artículos, Entrevistas

Este artículo ha sido escrito por Laura Campillo, periodista del diario 20minutos.es y publicado el día 9 de octubre de 2017. Desde Agencia Comunicación y Género nos hacemos eco de la denuncia que se realiza en el artículo sobre el acoso a mujeres -feministas, activistas, periodistas…- a través de las redes sociales.  

– Cuatro mujeres conocidas públicamente por su implicación con el feminismo cuentan las intimidaciones que han recibido a través de Internet.

– «La violencia contra las mujeres, también la verbal, continúa impune en nuestra sociedad», dice Nuria Varela.

– «Durante siglos nosotras hemos tenido que callar y los hombres opinar, y ese estigma aún queda». defiende Ana I. Bernal Triviño.

La fotografía de una pistola, una bala, el cadáver de una mujer tendido en el suelo… Estas son parte de las amenazas que han recibido algunos de los rostros femeninos más reconocidos en ámbitos como la política, el periodismo o el activismo feminista al dar su opinión en redes sociales, intimidaciones a las que se suman cada día cientos de insultos machistas. Twitter o Facebook, espacios dedicados a la libertad de expresión de sus usuarios, se convierten en ocasiones en las plataformas a través de las cuales se esconden los acosadores para ejercer violencia sobre las mujeres, llegando a amenazar de muerte a sus seres queridos y a ellas mismas.

Nuria Varela es un referente en feminismo, creadora de alguno de los títulos más importantes de los últimos años, como Feminismo para principiantes o Cansadas. Explica a 20Minutos que el origen de esta violencia nace con la “descalificación” a la información que aporta la mujer. “El conocimiento aún se lo apropian los varones, cuestionando lo que dicen las mujeres”.

Las formas para hacerlo pasan desde deslegitimar cualquier dato que la mujer aporte en su discurso, dándolo por falso, al ataque personal mediante referencias a “la sexualidad o a los roles tradicionalmente definidos para las mujeres”, cuenta Isabel Mastrodoménico, directora de la Agencia de Comunicación y Género. “O recurren a llamarte ‘puta’, ‘zorra’, o te mandan a fregar», dice. «Durante siglos nosotras hemos tenido que callar y los hombres opinar, y ese estigma aún queda», defiende Ana Isabel Bernal Triviño, periodista y profesora de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Así lo viven también las mujeres que se dedican a la política, “a mí me han dicho:  ‘te vamos a violar’” cuenta Clara Serra, consejera estatal de Podemos y diputada en la Asamblea de Madrid. “En redes sociales lo que se dice de una mujer tiene que ver con su aspecto físico: “qué tonterias dices pero qué guapa eres” o al revés. Este tipo de mensajes se repite constantemente, de forma mucho más dura y agresiva, mucho más sexual. Es síntoma de que a las mujeres con cargos se nos mide por cosas que no tienen nada que ver con la política”, denuncia.

“Nos ven como objetos”

Este acoso no empieza siempre desde los insultos directos, en algunos casos llega de «falsos aliados», seguidores que en principio parecían apoyar las opiniones de estas mujeres, hasta que las utilizan con fines machistas. “En Facebook se disfraza de buen rollo y romanticismo falso. Es muy típico que te sigan y marquen todas tus fotos en la red para que cuando entres veas que está muy interesado en ti”, narra Ana I. Bernal.

“Si cada día que abres Twitter tienes mensajes de la misma persona o salta cada vez que escribes algo… eso es acoso. Por ejemplo, como me ocurrió, si un tipo del que ni sabes su nombre entra en tu perfil, se hace con fotos de tu familia y las difunde, muy tranquilizador no es», cuenta la periodista, “nos ven como objetos en barra libre, y si no respondes reinciden”.

La misma situación viven en las redes sociales las mujeres con cargos públicos. “Nos ven como un cuerpo, como alguien que antes de ser política es guapa o fea, gorda o delgada…”, explica Clara Serra, que considera que estos comentarios, acompañados en muchas ocasiones por fotografías obscenas y comentarios sexuales, “perjudican la autoridad de las mujeres». «En general, se nos falta más al respeto, haciendo que nuestra opinión necesite mucho más para oírse con el mismo peso que la de un hombre», afirma.

«Sabemos dónde van tus hijos»

Las personalidades masculinas también reciben acoso cibernético, pero la pérdida de respeto a la figura femenina es tal que incluso se la utiliza a ella como arma cuando se pretende atacar a un hombre o a sus opiniones. “Recurren a insultar a su mujer, a decir que su novia no le hace, que a su novia no le pone… Seguimos siendo complementos decorativos para este tipo de perfiles”, defiende Mastrodoménico.

Estos mensajes descalificativos suben aún más el tono cuando las mujeres hablan de feminismo. «Les hace cuestionarse y provocar una autocrítica que buena parte de los hombres se niegan a realizar», explica Bernal.

Con temas como la violencia de género, la custodia de los hijos, la prostitución o el porno llegan las amenazas directas a la vida de las mujeres y de sus seres queridos, recibiendo incluso fotografías de cadáveres femeninos desnudos acompañados de comentarios como: «Si sigues hablando, vas a acabar así». Los autores de estos mensajes son conocidos como trols, y en ocasiones cuentan con un gran número de seguidores que se suman al acoso y las descalificaciones.

Este es un ejemplo de la intimidación que sufre la periodista Cristina Fallarás a diario:

¿Qué hacer cuando se recibe acoso por redes sociales? 

Las expertas afirman que la mejor opción ante un trol que no cesa en sus mensajes es bloquearlo y denunciarlo en las propias plataformas. Responder a este tipo de mensajes solo alimentan al acosador, que busca insistentemente una interacción para tener más motivos con los que atacar. A pesar de ello, muchas compañeras optan por compartir públicamente en sus perfiles los mensajes que reciben, como una forma de denunciar la situación.

Clara Serra destaca en estos casos la solidaridad entre todas las mujeres. «Si a una mujer del PP, de Ciudadanos o de Podemos se le hacen comentarios machistas, hay una respuesta colectiva de compañeras del mundo de la política y de los medios de comunicación, salimos inmediatamente a decir por aquí no. Ese es el camino que hay que seguir, da igual de qué partido político seamos, no vamos a tolerar que a ninguna mujer se la mire o se la responda de esa manera», zanja.

Las feministas insisten en la importancia de denunciar los mensajes más graves. «Ya sabemos que ‘ninguna agresión sin respuesta’, la violencia no puede ser impune», recalca Nuria Varela, pero la realidad es que encuentran numerosas dificultades en formalizar estas quejas:

  • Twitter no lo controla: Lo máximo que se ha conseguido es que la red social cierre las cuentas desde las que se han enviado los mensajes, aunque ni siquiera eso se logra siempre. «Hay cuentas vejatorias, violentas, misóginas o racistas que por mucho que denunciamos no hay manera de que las cierren», explica Varela. Y si esto se consigue, los acosadores lo tienen tan fácil como abrir otra nueva y volver a empezar.

  • La amenaza debe ser «real»: Para que se persiga penalmente, tiene que ser considerado como una amenaza real. «Como es algo virtual tienen la idea de que no pasa a la realidad. pero es que a veces ocurre. He visto compañeras que temen salir de casa», cuenta Isabel Mastrodoménico.
  • Las pruebas no son válidas en los juicios: La directora de la Agencia de Comunicación y Género explica que las capturas de pantalla que muestran las amenazas sirven para presentar la denuncia a la Policía, pero después no son admitidas como una prueba válida en un juicio, por considerarse que pueden ser manipuladas con facilidad.
  • El anonimato les protege: para denunciar a la Policía se necesitan los datos del agresor, y es difícil acceder a la dirección IP desde la que se conecta a Internet, «a veces las desvían o sencillamente no las encuentran si han borrado los tuits», añade.

Por todo esto, reclaman una legislación que ampare el acoso por razón de género, aunque reconocen que la penalización de este tipo de actos solo son «parches» ante el verdadero problema:

«Son comportamientos que realmente forman parte de la sociedad. Es como un termómetro de lo que verdaderamente tenemos que cambiar en nuestro día a día, a través de la educación en igualdad, la transformación de productos culturales, etc. Yo me preguntaría si estamos haciendo todo lo posible, seguro que no», concluye la diputada en la Asamblea de Madrid.

 

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